Sialorrea


La salivación excesiva en la enfermedad de Parkinson es uno de esos síntomas que puede llegar a causar un marcado malestar, incluso vergüenza, entre los enfermos.

“Se me hace la boca agua”, es una frase que por lo general tiene una connotación positiva. Quiere decir que mueres de ganas por comerte ese chocolate o cualquiera que sea tu golosina preferida. Sin embargo, a los enfermos de párkinson se nos hace la boca agua sin que quieramos decir que estemos próximos a nada placentero. En ellos la salivación excesiva es uno de los síntomas no motores de su enfermedad y fuente constante de malestar. 

El diagnóstico de la enfermedad de párkinson se basa en la presencia de varios signos de naturaliza motora, pero también en esta enfermedad se dan una serie de síntomas no motores que son menos conocidos y a menudo se diagnostican en proporción inferior a la debida. Tales síntomas tienen gran importancia porque preceden a la aparición de manifestaciones motoras y pueden ser claves para el diagnóstico precoz. La sialorrea o salivación excesiva es uno de ellos.
Esta se define como la imposibilidad de controlar la secreción de saliva, dando como resultado una acumulación anormal y, en casos graves, se tornará imposible mantener dentro de la boca.

Puede resultar de diferentes procesos neurológicos, entre ellos las dificultades en el control muscular, hipersecreción, problemas anatómicos para tragar, así como rigidez y bradicinesia de los músculos, afectaciones típicas en el párkinson.
Constituye uno de los problemas más molestos para nosotros, causa vergüenza y aislamiento social, empeora los síntomas depresivos y representa una de las principales causas de broncoaspiración y neumonía.

Lo más importante antes de instaurar medidas farmacológicas para este síntoma es optimizar el tratamiento antiparkinsoniano porque, en ocasiones, la sialorrea o salivación excesiva es consecuencia de un inadecuado ajuste farmacológico. También es importante saber si el paciente está bajo tratamiento con neurolépticos debido a que estos favorecen el exceso de saliva.
Como en ocasiones la sialorrea es un problema secundario al enlentecimiento de los movimientos, a veces mejora con los fármacos antiparkinsonianos que se basan en estabilizar los niveles de dopamina en determinadas regiones de nuestro sistema nervioso.

En los casos graves que no responde a las medidas antes comentadas, el profesional puede acudir a la inyección en las glándulas salivales de toxina botulínica A (popularmente conocida como bótox). Esta conlleva a la disminución de la producción de saliva lo  que  da  lugar  a  una  mejoría  subjetiva  en  el  65% de los casos.

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