Peor que la enfermedad
Actualmente se desconoce la forma cómo sustituir o recuperar las neuronas dopaminérgicas perdidas. Sin embargo, existen fármacos que imitan las características del neurotransmisor dopamina para tratar de compensar los vacíos en la cadena sináptica de cuyo flujo dependen muchas funciones importantes del organismo. Estos fármacos no curan, son como muletas neurológicas. Así como un déficit de dopamina origina un desequilibrio en cadena en el sistema nervioso, dando lugar a los síntomas propios del párkinson, por carencias en la neurotransmisión, el exceso de estos fármacos altera de igual forma las relaciones sinápticas por demasiada actividad dopaminérgica, dando lugar a otra sintomatología igual o incluso más dañina para el equilibrio del organismo.
Encontrar la medida justa es cuestión de química. Hay neurólogos que son partidarios de iniciar el tratamiento farmacológico a partir de una dosis dopaminérgica alta e ir reduciendo su cantidad según responde el paciente, y hay neurólogos que prefieren hacerlo desde una dosis baja hacia el proceso inverso. En ambos casos, el enfermo debe estar informado de los efectos en el cerebro a los que se expone con estos fármacos, que si bien pueden ser útiles para reducir la sintomatología motora también han resultado devastadores en la vida de no pocos pacientes por su incidencia en las vías dopaminérgicas.
Tomemos simplemente el prospecto de uno de estos medicamentos dopaminérgicos. Se trata del Requip Prolib de 4 miligramos. A muchos nos recomendaron no leerlo antes de iniciar el tratamiento, “si prestas atención a los efectos secundarios de la aspirina tampoco la tomarías".
En este artículo aconsejamos todo lo contrario. Vale la pena informarse aunque no puedas evitar su ingesta para tratar la enfermedad. Algunos de sus efectos secundarios son trastornos de la personalidad y de descontrol de impulsos. Esto se traduce en cambios de la conducta, más agresividad en el comportamiento y un interés sexual exagerado o alterado, y una necesidad incontrolable de gastar dinero en apuestas o compras. Hace 8 años, el mismo prospecto, advertía que la frecuencia era muy poca, un porcentaje muy bajo. Hoy en día la propia farmacéutica evita el compromiso de las estadísticas. El número de pacientes arrollados por estos efectos adversos es desconocido. Muchos pacientes desconocen la relación directa de estos fármacos con estos desórdenes. O, desgraciadamente, muchos pacientes no hablan de ellos en la consulta por pudor y vergüenza.
Los neurólogos están realmente preocupados por estos efectos secundarios. Se han dado casos verdaderamente terribles de difícil solución. Economías arruinadas y desequilibrios emocionales traumáticos. Un ciudadano francés llegó a llevar al laboratorio de este tipo de fármaco a los tribunales por una adicción sexual por la que se sintió humillado y por la que puso en peligro su estabilidad familiar. Didier Jambart, quien tenía 47 años cuando denunció a la farmacéutica, fue indemnizado pero no sabemos si pudo prescindir de los dopaminérgicos, continúa siendo un tratamiento esencial para compensar las carencias motoras que produce el párkinson.
Autora: Teresa Borque
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